Ser CAPUCHINOS es ser HERMANOS
La fraternidad es una característica esencial de nuestro carisma, que toca todos los aspectos de nuestra forma de vida. San Francisco de Asís adquirió en la adoración del Padre, sumo bien, el sentimiento de la fraternidad universal que le hacía ver en todo lo creado la imagen misma de Cristo. La característica específica de nuestro ser fraternidad es la humildad de “menores” que continuamos la misión de humilde servicio de Jesús que compartió alegremente su vida con los pobres, lavó los pies de los discípulos y murió desnudo en la cruz. Todo esto al modo franciscano, al lado de los necesitados y marginados. Nuestra Reforma Capuchina, dentro del carisma franciscano, acentúa la íntima relación entre contemplación y anuncio a los hombres, amor a Dios y amor al prójimo.
Nuestra Historia
Francisco de Asís nace en 1182 en la región de Umbría, Italia. Joven de buena familia, finas relaciones y grandes ideales de nobleza. Soñando a lo grande se enroló para defender a su patria y su fe con las armas… El Señor tenía otro sueño para él, otro combate, otras armas. Sintió el llamado de Dios para “reparar la iglesia”. Dejó todo y comenzó a vivir lo que leía en el evangelio. Acentuó la vida sin nada apropio, en castidad y obediencia a la iglesia. Se le unieron amigos que fueron los primeros hermanos menores. Toda su vida pasó predicando la paz y bien, siendo instrumento de paz, sirviendo a los más necesitados y predicando la misericordia del Señor. Otra joven del pueblo, Clara, toma su ejemplo junto a muchas hermanas más y lo acompaña en esta cruzada de anunciar con la vida lo que creen por la fe. Dos años antes de su muerte, Francisco, el pobre de Asís, recibió en su cuerpo los estigmas de la pasión de Jesús, las marcas del Amor más grande. Murió en 1226, desnudo sobre la desnuda hermana Madre Tierra. La fraternidad de los “franciscanos” sigue hasta el día de hoy en tres grandes grupos: Hermanos Menores Conventuales, Hermanos Menores Observantes y Hermanos Menores Capuchinos.
Inicios en el Río de la Plata
Los Capuchinos llegamos al Río de la Plata por Montevideo en 1864 construyendo el Convento de San Antonio. Luego Nuevo París, Punta Carretas, Maldonado, Punta del Este, el Cerro. En 1897 llegamos a Buenos Aires, para comenzar con la misión de Nueva Pompeya, Buenos Aires. Pronto nos extendemos por Córdoba, Concordia, Villa Gobernador Gálvez, Mar del Plata, La Cumbre, Llavallol, O’Higgins. Desde estos lugares los frailes desarrollamos una gran expansión misionera, predicando en toda la Argentina y Uruguay. En la primera mitad del siglo XX encontramos fraternidades también en Corrientes, Formosa, La Rioja, Catamarca, Mendoza, Paysandú, Minas, Canelones, Cerro Largo, Villa Elisa, Necochea, El Maitén. Hoy compartimos la Nueva Evangelización, la oración y la fraternidad en grandes ciudades o pequeños pueblos. Estamos desafiados por la realidad a redimensionar nuestras presencias y el modo se seguir siendo “los frailes del pueblo” allí donde el Señor nos lleve…
Hoy
Misión Capuchina
Queremos vivir una misión franciscana y capuchina al servicio de la iglesia: como hermanos menores cercanos a la gente; con sencillez, alegría y entusiasmo; anunciando y haciendo presente el Reino de Dios.
Realidad Social
Cuidamos a nuestros hermanos ancianos, trabajamos en equipo entre frailes y laicos, nos ocupamos de la realidad social en donde vivimos y de la gente que nos rodea.
Instrumentos de Paz
Estamos abiertos al Espíritu Santo para que indique cada jornada en dónde ser mejores “instrumentos de paz”.
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